Hace poco se
cumplieron 100 años de un hecho que pudo cambiar la historia de México y del
mundo, pero que no lo hizo: el Telegrama Zimmermann.
En esos tiempos,
en Europa se desarrollaba la Gran Guerra, y aquello parecía un empate entre la
Entente y los Imperios Centrales. Se habían sucedido grandes carnicerías… digo,
batallas, como las de Verdún y el Somme, decenas de miles de muertos en las
trincheras.
La balanza
parecía inclinarse ligeramente hacia los alemanes, que hubieran podido obtener
una paz ventajosa, pero se engolosinaron. Los Imperios Centrales creían que
podían ganar la guerra en menos de un año, si evitaban que Estados Unidos
entrara a favor de la Entente.
Don Arthur Zimmermann |
En EU, la mayor
parte de la población era neutral, así como el presidente Wilson. A favor de la
Alianza, sólo estaban las ciudades del Este.
Los alemanes
calcularon que EU no podría enviar tropas a Europa si la Gran Guerra se
extendía a su territorio. Los súbditos del Kaiser pensaron en un distractor, y
ese distractor era México.
Arthur
Zimmerman, ministro alemán de Exteriores, tuvo la idea de proponer a México una
alianza con el Imperio y puso manos a la obra. El 16 de enero de 1917 envió un
telegrama cifrado a su embajador en México, el conde Heinrich von Eckardt.
Uno ve el
Telegrama Zimmerman y todo lo que encuentra son series de números; cada uno de
ellos era una clave.
En el
telegrama, Alemania proponía a México una alianza para hacer juntos la guerra, y
ofrecía “abundante ayuda financiera”. También incluía que “México ha de
reconquistar el territorio perdido en Nuevo México, Texas y Arizona”. Los detalles del
acuerdo germano-mexicano quedaban a discreción del embajador von Eckhardt.
Se dijo que
Carranza, al enterarse, comisionó un consejo para verificar la autenticidad del
telegrama. También, que el Barbas de Chivo pidió a sus comandantes analizar el
proyecto (digo, recuperar Texas suena bonito). Además, las tensiones con EU
eran grandes; los de la Expedición Punitiva contra Villa habían fracasado… y,
para colmo, las tropas yanquis se habían enfrentado a las Constitucionalistas
en la batalla de El Carrizal.
La respuesta de
los carranclanes fue que sí y que no. Que el telegrama sí era auténtico y que
no convenía prestarle atención.
Es que, en esos
tiempos, aunque los Constitucionalistas tenían las de ganar en la Revolución,
no era cosa segura. Los Convencionistas aún no estaban derrotados. Pancho Villa
daba guerra en el norte, y Emiliano Zapata en el Sur. En esas condiciones, si
no controlaba bien a bien el país, ¿para qué iba Carranza a meterse a una
guerra con Estados Unidos?
Por otra parte,
el Telegrama Zimmermann fue interceptado por los ingleses, que lograron
desencriptarlo y descifrarlo. Se dice –yo no sé nada de computadoras- que ese
desciframiento marcó un paradigma en la historia de la informática. Tras
haberlo descifrado, el gobierno británico decidió que había que mostrárselo al
de Estados Unidos, para que se uniera a ellos.
El New York Times, con la noticia-bomba |
Cuando los
gringos se enteraron una de las primeras cosas que hicieron fue romper
relaciones con los teutones.
Una de las segundas cosas que hicieron los gringos fue ponérsele al brinco a don Venustiano. Le pidieron que rompiera con Alemania, bajo amenaza de guerra.
Cuando Carranza
les dijo que no, le soltaron lo del Telegrama Zimmermann. Entonces el Barbas de
Chivo les dio una buena respuesta: “el telegrama, si existe, es de Zimmermann,
no nuestro”. México no rompió con Alemania, y se mantuvo neutral en la I Guerra
Mundial.
El presidente
Wilson hizo público el contenido del telegrama. El resultado: la desaparición
de la neutralidad y la germanofilia.
Nosotros, los
mexicanos de a pie, la verdad no teníamos idea de lo que estaba pasando. Recibíamos noticias de la guerra a través de
dos periódicos rivales: El Universal,
pro-Entente y El Demócrata,
pro-Imperios. Era tan evidente que aquellos diarios hacían propaganda que había
que leer los dos para tener una idea vaga de cómo iban las cosas.
El 1º de marzo
de 1917, El Universal soltó la bomba
con la noticia del telegrama. Uno leía y no daba crédito.
Al otro día, El Demócrata respondió, tildando al
diario rival de amarillista. No había confirmación de Relaciones Exteriores.
En los primeros
días de marzo todos jugaron al Tío Lolo. Von Eckhardt no sabía nada; la
cancillería, tampoco. Pero Zimmermann confesó. Había enviado instrucciones para
hacer una alianza, pero sólo si EU declaraba la guerra a Alemania.
El Demócrata hizo una machincuepa y acusó a EU y a El Universal de dar la noticia sin el
contexto correcto.
El caso es que
el Telegrama sí existía, y la gente, que ya sabía lo que era eso, estaba harta
de guerras.
EU entró a la
guerra a favor de los Aliados, en abril de aquel 1917. El Universal no publicó nada: su director estaba en la cárcel y el
diario no circulaba. La razón por la que ese diario dejó de salir y Palavicini
fue a dar al bote fue un artículo contra el Ejército Constitucionalista… dicen.
En ese mismo
mes, una semana después, Carranza le dijo a los alemanes que muchas gracias por
el ofrecimiento, pero no.
Gracias a la
intervención decisiva de Estados Unidos, la Entente derrotó a los Imperios,
vino el Tratado de Versalles… y con los términos económicos ominosos de
Versalles se gestó el huevo de la serpiente del nazismo.
Pero esa es otra
historia…
Y aquí les
pregunto: ¿ustedes qué hubiera hecho?