lunes, 15 de julio de 2013

Susanadas 2013 (I)






Esta es mi segunda colección de Tuits Escogidos. Como ya dije, es una fortuna que se pierdan mis Tuits Completos, porque así se cancela la posibilidad de que llegue un tarado y los escoja, con canon dudoso. Corresponden, grosso modo, a la primera mitad del 2013.

Don Susanito y la música

¿Se imaginan a Saint-Saêns y Tchaikovsky bailando juntos un ballet, con el francés como Galatea y el ruso como Pigmalión? ¡Cierto! Eso sí que es danse macabre.

Y la chancla que yo tiro me la vuelvo a colocar no le atiné al gato loco que me vino a despertar


Dos cositas sobre  Rubén Darío
Del innovador maestro don Rubén Darío, recuerdo" El Ánfora", más que el famoso poema a Roosevelt. Elevo mi carquesio dionisiaco por ello.

"¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés? ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?" 
I tell you, folks, this old Darío guy was really cool!

  
Don Susanito y los cuentos de hadas

Ah, la emoción vengativa cuando las hermanastras de Cenicienta se cortaban los dedos del pie para que les cupiera la improbable zapatilla!  ¡Ah, el gusto maravilloso de que, tras casarse Cenicienta con el Príncipe, llegaran unos cuervos a sacarles los ojos a las hermanastras!

¡Imaginar el festín que se iba a dar la reina con el hígado y los pulmones de Blanca Nieves! (Y preguntarse por qué la reina comía bofe)

Al tercer ajenjo sabes que estás poseído por el Hada Verde.

Don Susanito y el cine:

Tarantino hizo un spaghetti western con Django. Como si Wagner hubiera compuesto una zarzuela. No el mejor Wagner, pero sí la mejor zarzuela.

Estudiante que haya visto "La Profesora Enseñante", con Edvige Fenech, que levante la mano... u otra cosa.

Televisa me parece una empresa execrable... salvo cuando pasan "México de mis Recuerdos" y me admiro de mi galanura.

El teatro Bernardo García

Paseaba por Santa María la Ribera y que se me salen las lágrimas de ver lo mal que está el teatro Bernardo García. Recuerdo que su decorado era lujosísimo; lindas molduras adornaban el techo y la luz entraba por las claraboyas de colores. Hoy, desgracia.
En uno de los cristales de ese inmueble se quiso inmortalizar la imagen de la joven Sara Romay, una de las más guapas de Santa Ma.la Ribera. Ahora Sarita Romay ni sombra es. Y ni sombras de los conciertos, saraos, obras de teatro y vistas cinematográficas que hubo en el local.

Casino de Santa María, primero; Teatro Bernardo García, después; Cine de las Flores, más tarde. Ahora, vecindad y basurero. Pero algo queda. En ese local se fundó nada menos que el Ateneo de la Juventud. Hoy en ruinas por la jumentud moderna.

Si dejan tan fregados inmuebles como el Casino de Santa María-Teatro Bernardo García, ¿cómo quieren que recuerde el México de mis Recuerdos?

Vida cotidiana:

Se está acabando el gas. Me he salvado de bañarme.

Yo crecí con compañeritos que jugaban a "Los Niños Héroes", y el que hacía de Escutia se lanzaba al suelo desde un montículo. También, con niñas que usaban entre tres y nueve crinolinas, mientras sus mamás pasaban de lado las puertas para que cupiera el miriñaque.

Hoy me desperté, me vi al espejo, y constaté que tengo más tetas que Angelina Jolie.

En estos días de lluvia he comprobado que pese a que el patio de mi casa es particular, se moja y se seca como los demás.

Mis candelabros de cristal checoslovaco funcionan mejor que cualquier alerta sísmica.

Recuerdo cuando apareció la tela adhesiva;  yo entendía "Tela de Siva" y pensaba en algún remoto lugar de Asia Menor.

Tabladeces, sabineces y demás

"¿Se empedó Li-Po? ¡Ay, no mamen!" -grita el Emperador desde su yamen.

Yo no lo sé de cierto, pero supongo que muchos de ustedes nada más se saben dos poemas de Sabines. Yo no lo sé de cierto, pero lo supongo.

Vaticanadas

Si Dios estaba dormido cuando el Papa Benedicto le rezaba, imagínense con uno.

Ni un tuit quedó del viejo don Pontifex. ¡Eso es un Estado autoritario eficiente, y no mamarruchadas!

El meteorito era un mensaje. Iba dirigido al Vaticano. En eso Dios se dio cuenta de que destruiría demasiada arte y le dio una desviadita.

¿Permitirán entrar al cónclave que elegirá nuevo Papa a los Cardenales de San Luis?

Descubro que, según Tuita, el Papa Francisco es una ONG.

Filosofía susanesca

Conozco jóvenes de vanguardia, vestidos de nueva cultura y con aires de vivir el momento, pero que, desnudos, son porfiristas de 1900.

¿Se dan cuenta de que, si no hubiera nacido Freud, no habría psicólogos argentinos mostrándonos el camino?

No deja de ser curioso que una mujer tan fea como Elba Esther haya causado tanta excitación en una noche.

De verdad hay que ser ñoños para creer que la paz mundial es más importante que el futbol.

Una prueba de que los años ochenta del siglo XX estuvieron jodidos es que el cronopio Julio Cortázar murió en 1984.

Si la vida te da la espalda, agárrale las nalgas.

Esos sádicos que comen panditas ya estarán contentos con la muerte de Xiu Hua.

Seek the greek geek.

El corrector de iPad es incorregible. Escribí "championship women scratch race"; corrigió: "champiñón semen socrática raíces".

Don Susanito y el beisbol de antes.

En 1902 Tommy Leach encabezó la Liga Nacional en HR con 6; en 1909, Ty Cobb lideró la AL con 9; en 1918, Babe Ruth, máximo jonronero, con 11.

En mis tiempos de la bola muerta (1900-1920) era más difícil pegar HR (fuera del parque) que triple. Era sobre todo porque la bola se usaba más y se permitían lanzamientos ensalivados. Ahora, nada más pica la bola en el suelo y la cambian. Es blanquísima y sin dentelladas. Antes no era así... En mis tiempos, si una bola de faul iba al público, se tenía que regresar. Para la tercera entrada, Doña Blanca estaba toda magullada. Obviamente, si le pegas a una bola magullada o ensalivada, no viaja tan lejos como si le pegas a una bola nueva.

Lo absurdo es que "el librito" del beisbol, esa obra borgesiana por inexistente, se escribió en tiempos de la bola muerta. Hoy no sirve igual.

Otro cambio de reglas, en 1920, fue que si la bola rebasaba la barda en terreno de fair era HR, aunque luego botara en terreno de faul. Antes de 1920, si un vuelacercas tenía trayectoria de gancho y, tras cruzar la barda en fair, botaba en foul, contaba como foul. Otra. Antes de 1901, el foul no contaba como strike, salvo en intento de toque de pelota. Se pueden imaginar lo que era en aquel entonces un "turno de calidad". La regla del foul ayudó a la "época de bola muerta"

Los no tan viejos también han visto cambios en el beis. En 1962 se amplió la zona de strike. En los 60s brillaron Koufax y Gibson... ... en 1969 sólo Carl Yaztrezemsky bateó arriba de .300, y decidieron disminuir la altura del montículo de pitcheo. ...Y en 2001 volvieron a crecer la zona de strike, esta vez sólo hacia arriba.

En otras palabras, las reglas del beisbol. como deporte y espectáculo, van cambiando para mantener un equilibrio entre ofensiva y defensiva.

¿Se acuerdan de la época en la que los ampayers de la Americana tenían unos petotes por fuera? Bueno, eso implicaba que no se podían agachar mucho junto al catcher. Cuando lo hicieron, no cantaron los strikes en zona alta. Los pitchers respondieron buscando tirar strikes en la esquina de afuera... y los bateadores se acercaron más a la goma. Los cambios en la zona de strike de 2001 buscan eliminar esa tendencia, que resulta en más pelotazos. Ahora una recta adentro es strike.

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Es el bateador encendido... y lo mandan a tocar. ¿Cuando entenderán que el "beisbol pequeño" no funciona más que en circunstancias especiales?

Siempre he pensado que el hit-and-run debería mejor denominarse "harakiri".

En fin, como dije hace días, el beisbol es como el universo: parece infinito y está en constante expansión.

El mundo avanza que es una barbaridad

En la Semana Santa de hace 100 años, recuerdo, corrió el rumor de que un sueco loco había inventado un aparato que sustituiría a los botones.
-¿Y para qué carajos queremos sustituir los botones? -pregunté-, si funcionan perfectamente
-Por rapidez y comodidad -dijo mi informante-. Imagínese no tener que desabrochar uno a uno los botones de su pantalón en el mingitorio.
El sueco aquel había montado unas tiras de metal sobre tiras paralelas de tejido; acababa de patentar el invento llamado zipper o cremallera.

En otras palabras, y para que le quede claro a los más lelos, en estos días el zipper cumple un siglo, apenitas, de haber sido inventado.


Nueva sociología:

A los lagartijos ya no los hacen tan discretos como antes.

Estoy convencido de que nutriólogos y gastroenterólogos son los nuevos discípulos del Marqués de Sade.

¿Qué ya no hay mecapaleros que carguen a las damas para que crucen las calles anegadas sin mojarse sus piecitos?

La Prima de don Ramón

A mí me daba calosfríos la prima Águeda de don Ramón López Velarde (de luto, resonante de almidón, pupilas verdes y mejillas rubicundas).

Los Dirigibles

Ni crean que Lindbergh fue el primero en cruzar el Atlántico por aire. Los dirigibles lo hacían desde 1919. Fue el primero en hacerlo solo.

Me tocó vivir la edad de oro de los dirigibles -o zepelines-; se decía que esos nietos de los globos aerostáticos eran muy seguros. El Graf Zeppelin voló más de dos millones de kilómetros, incluyendo la primera circunnavegación del planeta, sin un sólo accidente. Pero entre la publicitada hazaña de Lindbergh, en 1927 y la famosa tragedia del Hindenburg, diez años después, los aeroplanos ganaron.

Recuerdo discusiones de café sobre las ventajas de cada vehículo. No faltaba quien decía que, por ser más pesados, los aviones perderían. Pero no.

El macho don Susano

Macho que se respeta no va a los baños turcos de la Alberca Pane, en Paseo de la Reforma… ...lo decente era darse un duchazo rápido, nada de meterse al baño turco, porque ahí estaban los que luego irían a la fiesta de los 41,

Quienes usan cofia sin pompón son las damas. Los machos porfirianos usamos el gorro con pompón, y un discreto camisón.

lunes, 1 de julio de 2013

La revolución de las bicicletas




Ustedes de seguro han escuchado la polka intitulada “Las Bicicletas”, y la asocian con el porfirismo. Tienen razón.

Las bicicletas y la modernidad mexicana de fines del siglo XIX y principios del XX van de la mano.  Fue un furor del que participé, orgulloso.

“De todas las modas que han llegado de París y Nueva York,
hay una sin igual, que llama la atención.
…Son bicicletas que transitan de Plateros a Colón,
y por ellas he olvidado mi caballo y mi albardón…”

Una terrible "boneshaker" de 1868
Claro está que las bicicletas llegaron a México antes que don Porfirio. Durante el imperio llegaron las “sacudehuesos”. A mí ya no me tocó ver esos vehículos más que como antiguallas. Un pariente en León me hizo subirme a ella en mi adolescencia. He de decirles que el apelativo de “sacudehuesos” era correcto. Salí triturado de un paseo de menos de un kilómetro (y dos caídas).

Por ahí de 1880 llegaron las de tipo ordinario, las de ruedota delantera,  que ustedes, equivocadamente, consideran como típicas porfirianas y se les denomina velocípedos.

Yo ya vivía en la capital y me hice prestar de una. Mi idea era pasearme coquetón frente a las damas de mi vecindario. Así lo hice un par de ocasiones; en una de esas, por voltear hacia las muchachas no me fijé en un bache y salí volando por delante del manubrio.

Mi velocípedo, aún en mi cochera
Es como si ustedes están ligando en la plaza de su pueblo y les cae una cagarruta de paloma. O peor.

Al tercer trastazo ya estaba curado de espantos. Después de haber entendido, avant la lettre, que ser ciclista es ser un aprendiz de suicida, logré dominar el aparato.  Todavía guardo en mi garaje aquella, mi primera bici, el velocípedo.

¿Por qué?, se preguntarán ustedes. En primer lugar, porque la jaca de hierro, por ser inerte, me parecía más manejable que un caballo (más de una vez, desde la infancia, fui expulsado por los equinos, esos animales nerviosos que domina sólo la gente del campo), pero me gustó sobre todo por la enorme sensación de velocidad que yo sentía, porque yo controlaba esa velocidad.

En 1879 se inventó la cadena de la bicicleta, pero aquí tardó casi una década en llegar a México.

A principios de los 90 (de los 1890s) llegaron las bicicletas “seguras”, con ruedas del mismo tamaño y llantas cargadas de aire. Además ya no eran un lujo exclusivo de catrines. Costaban 150 pesos, que son como 15 mil de ahora. Tuvieron un auge fenomenal.

Las bicis eran caras porque la técnica metalmecánica para hacerlas era avanzada para la época. Recordemos que los hermanos Wright eran mecánicos de bicis.

La palabreja todavía no se había inventado: pero andar en bicicleta era una manera globalizada de ser, era pertenecer al mundo moderno. Tener una bicicleta era ingresar al mundo de la tecnología (como tener una computadora hace dos décadas).

Mi extraordinario Gladiator 1895
Yo me compré una Gladiator, francesa (por supuesto que importada, aquí no fabricaban). Con ella, uno andaba a todo dar por la ciudad. Desgraciadamente, por ahí de 1900 me la robaron. Por eso no me gusta tanto la película esa de “Ladrones de bicicletas”.

También me inscribí al Cycling Union Club, de don Federico Trigueros. Hacíamos paseos del Caballito a Chapultepec, por Paseo de la Reforma. Creo que hoy les llaman ciclotones. No hay nada nuevo bajo el sol. He de confesar que me hice el occiso con las cuotas.

Quienes sí pagaron al club, financiaron la construcción del Velódromo de La Piedad, que organizó varias carreras.

El cambio más relevante fue que las bicicletas les encantaron a las señoras y señoritas. Se las veía de a montón por las calles de la ciudad.

Según la feminista gringa Susan B. Anthony, “La mujer que tiene éxito en domar una bicicleta será capaz de domar y ser dueña de su vida”.  Agregaba la señora Anthony que “la bicicleta ha hecho más para emancipar a las mujeres que cualquier otra cosa”.

En México, la prensa al principio estaba dividida. Unos opinaban que la posición estimulaba a las mujeres y las conduciría a la histeria y peor. Otros, en cambio, alababan sus capacidades medicinales: curaba dispepsia, dolor de cabeza, los insomnios y las “impaciencias” de las señoras. Sobre todo las curaba del corset: las ciclistas iban con ropa más práctica, sobre todo con bloomers, a medio camino entre el pantalón y la falda.
Y si el marido dejaba andar en bici a la señora, lo acusaban de mandilón

De hecho, en una carrera en el velódromo de La Piedad,  algunas damas se arriesgaron a usar shorts (apenas por debajo de la rodilla), para escándalo de la sociedad bienpensante. Corría 1895.

En ese mismo año se estableció la ordenanza citadina que obligaba a los ciclistas a no usar las aceras, llevar una campanilla y una linterna (si era de noche). La bicicleta tenía ya su carta de ciudadanía.

Mis amigos bohemios no eran muy dados al sport, salvo Tablada –apasionado del box y el frontón-, les gustaba más la libación. Un día el encargado del Salón Bach me dijo: “Don Susano, ya no venga en bicicleta… cuando lo hace se regresa consciente a su casa”. Claro, una cosa es pedalear con unas cuantas copas encima, y otra es estamparse contra un árbol tras bicicletear completamente borracho.

Un literato fanático del ciclismo –y creo que por eso me llevé bien con él- era don Ángel del Campo, conocido en los medios como Micrós. Decía que la bici te permitía  andar por la calle sin tener que saludar a nadie, ni correr el riesgo de que alguien te pidiera prestado.

Micrós: “La bicicleta… liberta de las señoras que viendo el coche lleno, se suben con toda la cría y os fuerzan a ir parados”. La bici, escribió Micrós, era ideal para dar alcance a deudores morosos y huir de los charlistas que robaban el tiempo a lengua armada.

Pero no crean que todo era miel sobre hojuelas. Andar en bicicleta a fines del siglo XIX entrañaba graves peligros. El principal: el peladaje.

Del Campo lo dijo con exactitud y clarividencia: las bicicletas eran aborrecidas por “el bajo pueblo y su odio a todo lo nuevo”. Si uno pasaba por el oriente de la ciudad, era un suplicio. Te silbaban, te lanzaban cohetes, te azuzaban al perro.

En otras partes, a la bicicleta sólo la odiaban los cocheros, que dejaban ir la calandria o azuzaban los caballos… como hoy los automovilistas.

El otro enemigo, saliendo de las partes decentes de la ciudad, eran los caminos de herradura, impropios de un país civilizado.

Aún así, era común que varios amigos saliéramos en bicicleta hasta Churubusco o Nativitas, para hacer un pic-nic muy moderno.

Como buen sportsman, usaba bastante mi bicicleta, pero no solía cambiarla por una de modelo reciente, como los más catrines.

Sucede que la bicicleta fue el primer producto de producción masivo en el que se usó el método de “obsolescencia planificada”. La idea era crear mercancías estructuralmente duraderas, pero socialmente perecederas.Hacer desechable lo útil.

“Su bicicleta es de hace cinco años, señor Peñafiel”, me dijo una señora con bloomers del año.
“Y mis piernas de hace 36, pero todavía sirven”, respondí.

Pasaron los años, me robaron la bicicleta y sólo iba en jacas prestadas. Aparecieron los primeros automóviles en la ciudad…

Carrera ciclista femenina; Italia, 1900
En Europa, la bicicleta se asociaba con el movimiento socialista. La federación ciclista de trabajadores alemanes era la más grande del mundo. Aquí, ni socialismo, ni obreros en bicicleta. Las clases populares privilegiaban su rechazo a todo lo que oliera a moderno.

En 1910 inventaron en Italia los cambios de velocidad, pero no recuerdo la llegada de esas bicicletas a México; habrá sido por la edad, habrá sido por la Revolución.

Los ricos se fueron pasando a los automóviles; la bicicleta era de clases medias; ser ciclista –bien lo sabía Torri- fue un acto cada vez más aventurado.

Quienes seguían en su romance con la bicicleta eran las mujeres, en especial las más jóvenes. Pero vendría un cambio de mentalidad.

La Revolución la hicieron los de a caballo, se hizo a contrapelo de las ciudades. Su idea de modernidad era otra. El nacionalismo en boga veía con desconfianza toda la modernidad porfirista, porque estuvo acompañada de desigualdad. Las bicicletas eran parte de esa modernidad mal vista. La venganza del cuaco y el albardón.

Tan tardíamente como en 1917, López Velarde se quejaba: “Nos ayankamos a gran prisa, bajo la acción de lo feo…”. Y el poeta jerezano daba un ejemplo de lo feo: “Las señoritas que tripulan, masculinamente, la bicicleta”.

Habíamos retrocedido 25 años.

Con el tiempo, la bicicleta fue arrinconada como herramienta de trabajo para panaderos y periodiqueros, o mero juguete infantil.

De los “enjambres de bicicletas” que Tablada escribía admirado en su estancia por Oriente, pasamos al “pueblo bicicletero” con tono despectivo.

Lo moderno, lo rápido, lo que separaba al rico de la masa fue el automóvil. Más tarde, los automóviles fueron la masa.

Sólo ahora, cuando estamos ahogados en smog, la bici vuelve a ser apreciada, siendo que fue un invento muy noble desde su creación.

Aquí, la famosa polka "Las Bicicletas", de 1896, que celebra tal prodigio de modernidad.