Hay joyas famosas. Hay joyas polémicas. Hay joyas malditas. Y también está el collar de esmeraldas que le regaló Jorge Negrete a María Félix.
Ese collar lo regaló el Charro Cantor a María Bonita el día
de su boda, en la ex Hacienda de Tlalpan, el 18 de octubre de 1952. Fue un testimonio
de amor de 300 mil pesos. Las esmeraldas eran tan brillantes, como rutilantes las grandes estrellas de ese matrimonio.
Pero sucede que don Jorge
Negrete ganaba mucho dinero, pero no era rico, por ser despilfarrador. Peso
sobre peso lo gastaba a manos llenas.
El caso es que a finales de 1953, Negrete salió a cumplir
unos compromisos artísticos en Los Ángeles, en contra de la opinión de su
médico. El doctor le decía que no fuera, por cuestiones de salud. Pero Negrete
estaba ahorcado en deudas, fue y al otro día paró en el hospital. Del hospital
no saldría. María Félix llegó de París y estuvo junto a su esposo hasta su
muerte, su regreso a México y los funerales apoteósicos.
Don Jorge Negrete, en su testamento, según los familiares,
lo dejó todo a su hija Diana, menor de edad, bajo custodia de su madre Elisa
Christy. El problema es que don Jorge no heredó más que deudas. Un montón.
Incluida la que había adquirido por el collar de esmeraldas.
El hermano de Negrete, David, le reclamó a la Doña la
devolución del collar, considerando que era injusto que los herederos cargaran
con la deuda. Ahí empezó un largo litigio.
Como los familiares de Negrete no podían pagar la hipoteca
de la casa de los papás de Jorge, la Félix los alivianó cubriendo la deuda. Para
pagar la hipoteca, la Doña hipotecó la hacienda de Catipoato, la de Tlalpan,
que era de su propiedad y era donde se había casado con Negrete. María creyó así que se acabaría el pleito. Pero no. La
demandaron.
“Aunque quiero mucho a Dianita”, dijo la Doña, “como viuda
me corresponde la propiedad del collar.
Además, ya me encariñé con él”.
En 1954, cuando intentaba ir a París, la Félix fue detenida
en el Aeropuerto, acusada de apropiarse indebidamente del collar. El juez había
ordenado la entrega de la joya al albacea del testamento. Ni más ni menos que
David Negrete.
María Félix obtuvo de inmediato una “suspensión definitiva
en forma condicionada” de esa orden, mediante una fianza de 643,000 pesos.
Espero que hayan empezado hace rato a hacer cuentas.
El principio jurídico en el que se basó el abogado de la
Doña fue “en materia de muebles, la posesión equivale al título”.
En octubre de 1955, el abogado de los Negrete, Arsenio
Farell, logró revivir el caso del collar y volvieron a arraigar a María Félix
en México Tres semanas después, la Doña pagó 150 mil pesos para que se le
levantara el arraigo y pudiera ir a Paris, a ver a su amigo Berger.
En 1957, el asunto ya había subido al Tribunal Superior de
Justicia, quien ordenó que María Félix devolviera el famoso collar de
esmeraldas. El caso no se resolvió sino meses después. María puso medio millón
de pesos en un fideicomiso a favor de Diana (no de los parientes) y retuvo el
collar.
El escándalo fue tal que hasta se iba a hacer una película
sobre el collar, con Ana Luisa Peluffo en el papel de María Félix. Pero la Doña
impidió la filmación.
Cuatro décadas más tarde, la famosa actriz afirmó que el
collar ya no era tal; que había mandado engastar las esmeraldas en otras joyas. A mí me dijo que estaban en el famoso collar de Cartier, formado por 525 gramos de oro, 1060 esmeraldas cacuchón y 1023 diamantes amarillos.
A la muerte de la diva, sorpresivamente, el testamento fue a
favor de su empleado Luis Martínez de Anda, supuestamente ex pareja de su hijo
Enrique.
Por supuesto, los familiares de la Félix –como en su
momento, los de Negrete- hicieron de todo para hacerse de la herencia. Acusaron
a Martínez de Anda de asesinato, y hasta lograron que se exhumara el cadáver de
la actriz. Nada pudieron probar. Entonces Martínez de Anda organizó tremenda subasta en
Christie’s, para hacer líquidas las joyas y obras de arte de María Félix, que
valían millones.
Resumiendo. A Negrete el collar le costó 300 mil pesos, que
no pagó. A la Doña, un millón, 293 mil pesos, más gastos de abogado y una
hipoteca. ¿Y quién terminó con las esmeraldas? Martínez de Anda. Nadie sabe
para quién trabaja.
¿O las habrá gozado Enrique, combinadas con un suéter de
cachemira gris perla?
De pilón, un video con las joyas de María Félix: